desde el día que nací,
paso rodeándola
para no tropezar
para no caer desde ahora
antes de lograr la libertad…
¡Qué labor tan postrada!
juzgándome a veces, tan débilque me siento al borde de mi tumba,
que cuelgo los pies en ella
pensando siempre, pensando
que sería más fácil saltar.
¡Qué misión exhaustiva!
de los que han lidiado la
injusticia,en los distintos imperios
en los mismo espacios
de los diversos tiempos.
¡Que cometido gigante!
de los cautivos, de los presosde los sobrevivientes a las guerras
de los que protestan
y de los que salvaguardan
a los discriminados.
¡Qué faena extenuante!
por las desigualdades del
capitalismoque nos han vuelto cautivos
solo a unos cuantos
y que nos han vuelto productos
de la fuerza del consumismo
de las ideas prefabricadas
de los senderos obstruidos.
¡Qué desventura la mía!
no soy feliz en la injusticiasoy miserable en la inmundicia,
que infortunio haber nacido humana
y no libre como un salvaje
o como el águila de la montaña,
lejos de los que llaman deporte
a la imprescindible muerte
de cazadores furtivos.
¡Que fortuna la tuya!
que no piensas en tu tumbaque en tu turno te ha tocado
ser soberbio y poderoso,
frente a frágiles cuerpos hambrientos
frente a masas manejadas
y ante la impotencia de sentirme débil
en mi turno para ser tu esclava.
Me levanto de mi tumba,
pensando siempre, pensandoque debo juzgarme valiente
para lograr la libertad.
¡Qué radiante paisaje!
la incertidumbre me hace
naufragar,llego del mar, en un velero de mentiras,
me tumbo en la arena,
pensando, siempre pensando
en tantos motivos para ganar.
De lucha y resistencia. Año 2009
Fotografía de Esmeralda Itzpapalotl
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