He perdido tu nombre mientras removía cenizas de
abandono. Allá donde un día hubo la razón y desvestían aquellos besos
escondidos entre los árboles. Las calles estaban vacías desde que más de ti ya
no sé; puesto que el frío ha llegado y un para
siempre se esfumó como se disuelve tu cuerpo de las tardes y como se olvida
tratando de recuperar lo que no fue. Así suelen ser las despedidas. Incrédulas,
confusas y absurdas. Por eso mis sueños los convierto en polvo que fecundan
flores mientras el reloj avanza y sigue sin ti. Sin ti, tirada en la hierba, el
recuerdo de tu abrazo en el viaje. Tantos viajes que se quedan pendientes… Hasta
reencontrarnos.
Fotografía de Esmeralda Itzpapalotl
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